Nadie desea pensar en lo que puede ir mal, pero cuando se trata del manejo de las finanzas personales o familiares es un aspecto importante los seguros están hechos para cubrir riesgos, entendiéndose por estos la posibilidad de sufrir un daño, que es cuantificable. Si algo malo ocurre, a cambio de una prima que se paga a la aseguradora, la pérdida será cubierta por ella. Hay seguros que tenemos muy presentes.
Cualquier persona que tiene un vehículo tiene claro el riesgo que este activo corre: desde un accidente de tránsito hasta un robo de cualquier tipo. Es improbable que una persona con un vehículo salga a la calle sin haberlo asegurado. La prima, aunque puede ser costosa, se perfila como una necesidad porque más cara sería la pérdida del vehículo.
En el caso del seguro de vida, la necesidad no está tan clara.
Cuando se es muy joven no se le da mayor importancia. Todo cambia el día que se tienen hijos, ya que mientras son pequeños, siempre se tiene la preocupación sobre su manutención en caso de faltar. Como el valor de una vida no se puede cuantificar, una persona puede tener tantos seguros de vida como desee o por el monto que requiera (o pueda pagar las primas).
Cuando se solicita un crédito hipotecario, el banco pide la emisión de una póliza de vida, para cubrir el monto restante del crédito en caso de que el titular fallezca, de manera que la familia no quede con esa carga financiera, y un seguro para la vivienda.
En términos generales pocas personas solicitan este seguro por su cuenta, y muchas veces el bien queda sub-asegurado, porque va subiendo su valor con la inflación y la póliza patrimonial se relaciona más con el monto inicial del crédito.
Actualizar el valor de la póliza implica hacer un nuevo avalúo, que tiene un costo, y hacer los trámites con la empresa de seguros, lo que implicará, al tener un mayor valor, una prima más elevada.
Siendo un riesgo que está menos claro en la mente de las personas, todos estos pasos pueden llevar a no tomar medidas al respecto. Tampoco hay que olvidar el seguro para cubrir incapacidades, temporales o permanentes.
Tener correctamente asegurados los bienes o la vida es importante para evitar pérdidas patrimoniales -o hacer menos difícil la situación para la familia en caso de fallecimiento-, que puedan incidir negativamente en las finanzas familiares.